Una rusalka es una figura de la mitología eslava, un espíritu femenino del agua que vive en los canales.

De acuerdo con algunos mitos, la rusalka era una criatura hermosa de piel nívea y ojos blancos que vive en el fondo de los ríos. Su cabello es descrito como de color verde, y siempre húmedo. Según algunas leyendas, si se secase su cabello, la rusalka moriría. Por ello, siempre se acompaña de su peine; del cual fluye un pequeño chorro de agua.

Sólo hasta principios de junio abandonan sus hogares subacuáticos para salir a la orilla, entonar canciones, hilar o danzar en grupo. Es cuando tiene lugar la Semana de las Rusalkas, durante la cual es peligroso bañarse en el río.

Cuando alguien las sorprende en dicho acto, el intruso es atraído por los cantos para perder la vida en el fondo del agua. Para protegerse de las rusalkas es necesario llevar en la mano una ramita de ajenjo.

También se dice que, antes de ser ninfas acuáticas, algunas rusalkas fueron mujeres normales, cuya muerte fue trágica o cerca de los ríos. Para evitarlo, o liberarlas, es necesario realizar ofrendas durante la Semana de las Rusalkas: verter alguna bebida alcohólica, romper varios Huevos de Pascua y dejar viandas cocinadas en casa, tras lo cual deben cantarse plegarias dedicadas a las rusalkas.

La figura de la rusalka ha sido motivo de numerosas obras artísticas, por ejemplo, el poema dramático inacabado de Aleksandr Pushkin, el cuento largo de Gógol, Noche de mayo o la ahogada. Así mismo, la ópera Rusalka de Dargomyzhski y la ópera de Rimski-Kórsakov Noche de mayo, respectivamente. La rusalka es también el personaje principal de la ópera de Antonín Dvořák, Rusalka.

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