En 1552, los ejércitos rusos comandados por Iván IV o Iván Grozni (“el terrible”) capturaron la ciudad de Kazán y, cuatro años después, Astracán, los dos reductos de la Horda Dorada que eran la mayor amenaza para Rusia desde el este. Ambas victorias se interpretaron como el triunfo del cristianismo ortodoxo sobre los musulmanes “infieles”. Para conmemorarlo, Iván IV mandó construir una catedral fuera del Kremlin de Moscú, lo que le daba un aura popular al edificio en contra de la elite boyarda. En su versión original, esta iglesia se completó en 1560 y estaba dedicada a la Trinidad; más tarde su patrono sería San Basilio. Una leyenda dice que el zar mandó cegar al arquitecto para que no construyera nada igual, pues la catedral era imponente. En años posteriores iría tomando la forma con la que se conoce ahora. La catedral cuenta con diez torres, todas distintas, de influencia bizantina. Por dentro está pintada en su totalidad, vieja tradición rusa. Su estilo arquitectónico es único: no tiene ningún paralelo en la historia de la arquitectura en Rusia. La Catedral de San Basilio antecede a la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México por tan solo trece años, aunque son de estilos completamente distintos. (Autor: Rainer Matos)