Todas las culturas tienen un mito fundacional, al igual que un personaje con aura mítica que inicia la historia de un pueblo. En Rusia, esa figura recae en Rúrik o Riúrik, príncipe escandinavo que fue invitado por los habitantes de Nóvgorod a gobernarlos alrededor del año 862, para “poner orden” en esas tierras, según cuenta la Crónica Primaria escrita en el siglo XII.

La tradición democrática de elegir a los príncipes de Nóvgorod data de la elección de Rúrik, según el historiador ruso Valentín Yanin. La Crónica Primaria relata que dos lugartenientes de Rúrik, Askold y Dir, se aventuraron a conquistar Kiev, iniciando el desplazamiento de los escandinavos hacia el sur, por el Dniéper.

Antes de morir en 879, Rúrik indicó a su lugarteniente, Oleg o Helgi, que debía convertirse en regente hasta que el heredero legítimo, Ígor, cumpliera la mayoría de edad. De ese modo, Oleg gobernó hasta 912, cuando Ígor, hijo de Rúrik, dio inicio a la dinastía que llevó el nombre de su padre, la “ruríkida”. El último monarca ruso que descendía directamente de Rúrik fue Vasili IV (1606-1610).

La figura de Rúrik es similar a la de los primeros gobernantes de otros pueblos; en el caso de México, este papel recae en Tenoch, primer señor de los aztecas que, como Rúrik, no se sabe si existió o se trata de un personaje mítico.

(Autor: Rainer Matos)

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