No se sabe con certeza, pero se cree que la primera mujer de la antigua Rusia que se convirtió al cristianismo fue la princesa Olga o Helga, de ascendencia escandinava.

A principios del siglo X, Olga se casó con Ígor, rey del Rus e hijo de Rúrik. En 945, Ígor fue asesinado por los drevlianos y Olga tuvo que ver por el reino puesto que su hijo Sviatoslav era muy joven para ascender al trono. Su primera acción fue vengarse de los drevlianos de manera cruel.

Otros hechos importantes de su regencia (945-963) fueron la adopción de leyes que delimitaron el tributo y, quizás más simbólica, la conversión al cristianismo. Sin embargo, fue una conversión a título personal, pues no se adoptaría automáticamente esta religión en el Rus sino hasta 988.

Durante un viaje al Imperio bizantino, la potencia regional por excelencia en el sureste de Europa, Olga selló la paz con el emperador Constantino VII dejándose bautizar en la capital imperial. Aunque ya había cristianos entre los habitantes del Rus, Olga fue la primera gobernante que adoptó la religión cristiana ortodoxa griega, introduciendo un nuevo elemento externo al sincretismo tan singular de ese Estado. Su hijo Sviatoslav, sin embargo, rechazaría el cristianismo.

Olga fue una de las primeras santas de la Iglesia ortodoxa rusa.

(Autor: Rainer Matos)