«La princesa rana», o también conocido como «Vasilisa la Sabia y el príncipe Iván», es un cuento tradicional ruso.

Preocupado por su descendencia, un rey pide a sus tres hijos que lancen una flecha, cada uno en una dirección diferente, y que se casen con quienes las recojan.

La flecha del príncipe Nikolai, el hermano mayor, cayó en la mansión de un noble, cuya hija la encontró. La flecha del príncipe Alexei, el segundo hermano, cayó en el patio de un rico mercader y la recogió una de sus hijas. La flecha del hermano menor, el príncipe Iván cayó en una ciénaga, por lo que tiene que casarse con una rana. La rana resulta ser, en realidad, una joven hechicera, llamada Vasilisa la Sabia, quien había sido hechizada por su padre, pero que poseía dotes extraordinarias.

El príncipe Iván, contrariado, toma a la rana y se va. Se celebraron las bodas y el rey encomienda tareas a las esposas de sus hijos, las cuales siempre son superadas con creces por Vasilisa, quien podía desprenderse de su piel de rana por las noches. El reto mayor fue cuando el rey les invitó a una cena a todos los príncipes con sus esposas. Vasilisa le dijo a Iván que no se preocupara, que llegara solo y ella lo alcanzaría.

Ante la puerta del palacio se detuvo una carroza de oro tirada por seis caballos blancos, y de ella descendió Vasilisa la Sabia vistiendo un traje azul cuajado de estrellas. 

Después del baile, Vasilisa, sacudió la manga izquierda, y ante ella apareció un lago; sacudió la derecha, y por la superficie del lago se deslizaron unos cisnes de plumaje blanco como la nieve. El zar y sus invitados no cabían en sí del asombro. 
Mientras tanto, Iván salió sin ser visto, corrió a sus aposentos, encontró la piel de la rana y la arrojó al fuego. 
Cuando Vasilisa la Sabia vio que la piel había desaparecido, reprochó a su esposo con tristeza: 
Vasilisa: ¡Ay, Iván! ¿Qué has hecho? Si hubieras esperado tres días más, habría sido tuya para siempre. Ahora tendremos que separarnos. Búscame más allá de los veintinueve países, en el trigésimo reino, en los dominios de Koschéi el Inmortal, esqueleto sin carne, cuerpo sin alma. 

Así lo hizo Iván, y viajó por una eternidad, hasta que un anciano le indicó el camino a seguir. A lo largo del sendero, le perdonó la vida a un oso, un ánade, una liebre y a un pez. Sus pasos se detuvieron ante la cabaña de la bruja Baba Yaga, quien le reveló la manera de vencer a Koschéi el Inmortal.

Con la ayuda de las criaturas a quienes había perdonado la vida, Iván fue capaz de vencer a su contrincante, y poder recuperar a Vasilisa.

 

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