Los iconos religiosos son obras de arte del cristianismo oriental (principalmente en forma de cuadro) en los cuales se representa a figuras bíblicas como Jesús, María, los santos, los ángeles, o pasajes de la Biblia. Durante la oración, el creyente ora en la presencia del icono, pero no a él directamente. Los cristianos ortodoxos los veneran, mas no la idolatran.

Generalmente, el icono es una pintura sobre un panel plano, pero también puede ser en relieve y estar hecho de metal, pintado en madera, esculpido en piedra, bordado, hecho en papel, mosaico, repujado, entre otras técnicas pictóricas. Los colores tienen una fuerte simbología: el dorado es el color de Dios y su luz; el rojo es el color del amor y la vida, pero al mismo tiempo es el color de la sangre y el sufrimiento, y por eso los mártires son representados con ropajes de color rojo; el blanco es el color de la pureza divina y la santidad; el azul es el color del cielo y del otro mundo; el verde es el color de la naturaleza y la juventud y se usa a menudo en los iconos dedicados a la Navidad.

La diferencia principal entre los iconos y la pintura de temática religiosa es que el icono es un objeto sagrado que está presente durante la oración, y no funge como objeto meramente de contemplación.

La tradición de la pintura de iconos religiosos se desarrolló mayormente en el Imperio bizantino, principalmente en la ciudad de Constantinopla (actualmente Estambul, Turquía). Posteriormente, se expandió a otras regiones bajo influencia de la Iglesia ortodoxa.

En Rusia, el uso y fabricación de iconos comenzó en la época de Rus de Kiev, posterior a la cristianización de esta región por Vladimiro I de Kiev en 988. Al principio, todos los pintores eran griegos porque en el Imperio Bizantino ya existía esta tradición. El primer iconógrafo ruso fue el monje del Monasterio de las Cuevas de Kiev, Alipi, quien falleciera en 1114.

Los iconos conservados más antiguos, son de los siglos VI y VII, y muchos de ellos se encuentran en el Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí.

En la tradición de la Iglesia ortodoxa, existen testimonios de iconos que son milagrosos. Según la doctrina ortodoxa, se entiende que los milagros son ejecutados por Dios a través de los iconos.

En las familias, los iconos religiosos tienen un gran valor y pasan de generación en generación. En muchos hogares rusos hay un rincón dedicado a la oración, generalmente orientado hacia el oeste y donde reposan todos los iconos.

En la actualidad, y ante la fuerza del cristianismo ortodoxo en Rusia, las técnicas antiguas de elaboración de iconos continúan.