Los chales rusos, artesanía típica de Pavlovsky Posad, llamados en ruso «platok» (платок), llaman la atención de primera vista por sus diseños coloridos, ya sea en tonos clásicos o tonos pastel. Los materiales principalmente son la seda o la lana y un motivo muy recurrente en los diseños son las flores.

La historia de esta bella artesanía data de dos siglos. En 1795, en la región de Moscú, donde nació la pequeña ciudad de Pavlovski Pasad, había más de 70 pequeñas empresas textiles, entre ellas, la del campesino Iván Labsin. A mediados del siglo XIX, el descendiente de Labsin, junto con su socio Vasili Griaznov, comenzó a producir chales con estampados en una fábrica que ya contaba con las características actuales.

En la fábrica de Pavlovski Pasad se producen alrededor de 1.000.000 de chales y fulares al año. Cuenta con una oferta de 600 tipos de chales, fulares y bufandas para hombre y mujer, y los diseños están a cargo de 9 artistas, quienes los renuevan cada dos meses.

Esta fábrica ha sobrevivido, al contrario de muchas otras, a la Revolución, las Guerras Mundiales y la Perestroika. El vice director general, Viacheslav Dolgov menciona: “Nos gusta ver que también las jóvenes se ponen nuestros pañuelos: significa que hemos roto el prejuicio de que los chales son ‘de abuela’.

Aunque esta prenda de hechura artesanal, que ya forma parte del patrimonio cultural ruso, se consume mayormente en Rusia, también se exporta a países como Turkmenistán y algunos países de Europa.